En El habitante de la tarde roja Juanito Makandé continúa no solo creciendo como músico, también como letrista. Reincidente en sus tropos y sus lugares comunes, que pudimos disfrutar más allá de sus canciones en su poemario “El aire que suspira entre las flores”, vuelven aquí los cuchillos, las tormentas, los astros y los pájaros, esa fauna tan suya, y esas confesiones a flor de piel que tanto y tanto público han hecho ya suyas. Juanito sigue cantando al amor (y al miedo a enamorarse), a la soledad que «ahora me enseña y no me mata», a la vida al fin y al cabo, «una broma muy seria». Pero ahora hay tanta experiencia tras sus versos que uno puede sentir su autenticidad más que nunca.