El esperado nuevo trabajo discográfico de Pau Figueres se conforma de las piezas que el guitarrista y compositor ha ido confeccionando pacientemente durante los últimos cinco años. Unas obras cocinadas todas ellas a fuego lento, de manera muy intuitiva y a base de un prolongado período de ensayo y meditación. Figueres las ha puesto a prueba en innumerables ocasiones en su intimidad creativa y, después de pasar los propios filtros de calidad, finalmente han cobrado vida en esta nueva grabación. Son, pues, obras jóvenes justo acabadas de salir del horno, a pesar de que algunas de ellas escondan dentro de su esqueleto fragmentos antiguos, el génesis compositivo de los cuales proviene de momentos muy anteriores en el tiempo. Surgidas del impulso creativo siempre latente, estas músicas buscan ser escuchadas para todo el mundo a quienes tengan la fortuna de llegar, y su mensaje será cambiante y siempre único, tomando la forma que sea que quiera su oyente. La música de Pau Figueres es atemporal, viene de muy adentro y va de aquello local a aquello universal.

Sumado al paso adelante que supone LATIDO compositivamente hablando, hay que remarcar también el adelanto —en este caso de gigante— que hace Figueres en el terreno sónico. Después de años de investigación y experimentación más allá de la guitarra como instrumento de madera seca y cuerdas en vibración, el guitarrista ha abierto un sendero que se adentra en la naturaleza de la síntesis del sonido. Sendero que atraviesa zarzas electrónicas y discurre entre olas de diente de sierra, sinusoidales y cuadradas, dibujando un camino paralelo al toque de uña y carne para sumar a su guitarra —siempre sumar— texturas sonoras anteriormente inabarcables.

Instalando un captador de señal bajo la tapa de la guitarra, Figueres da vida al sintetizador excitando ambos instrumentos de manera simultánea y abre la puerta a un mundo sonoro paralelo, de texturas que bien podrían habitar en el reino de la orquestación, y que están emparentadas con la guitarra de forma muy lejana. La guitarra española de cuerdas de nailon, así pues, transforma su espíritu en el de una flauta, un “moog”, una guitarra eléctrica, un grupo de viento-metal o una sección de cuerda frotada.